El hombre que amaba a las marcas.
Trabajar con marcas y para marcas ha sido siempre mi trabajo.
Una marca es como una persona, con su carácter, sentimientos, historia. Alguien con quien querer estar. Alguien de quien no te tienes que olvidar, por su sonrisa franca, por su carácter, por su sensibilidad, porque sabe estar o porque aparece delante de ti cuando la necesitas.
Desde que empecé con este oficio (es un oficio, no una profesión) no he parado de crear marcas, rehacerlas, o trabajar sobre las que ya existen. Cada vez que llega a nuestra agencia una nueva marca es como conocer un nuevo amigo, quizás una amante, al que aprendes a querer con sus virtudes y defectos. Hay marcas que nos acompañan muchos años, marcas que vienen y se van, marcas que vienen, se van … ¡y vuelven! porque no encontraron el amor en otra parte…
Y es que todo el mundo tiene opinión sobre las marcas y es lógico. Todos tenemos asociadas marcas con las que hemos convivido desde niños o marcas que arrancaron con nosotros en nuestra pubertad, con las que nos identificábamos de manera salvaje, incluso pagábamos lo que fuera para estar con ellas. Existen marcas que nos decepcionaron, porque perdieron su espíritu y marcas que no queríamos y aprendimos a querer por su insistencia en estar a nuestro lado. También hay marcas agresivas que nos ofenden, marcas cordiales y cercanas que dicen que nos aman, y quizás es cierto.
Si pienso en qué marca amo más, empiezo a tener problemas.
Amo a muchas. Amo a una que ayudé en su nacimiento, un parto largo que duró años, una marca humilde: “RollDrap”. Y más tarde a su hermana más sexi: “MyDrap”. Ellas son un par de marcas que creamos entre una familia de industriales y yo cuando aun me estaba formando. Han mutado y mejorado. Hoy otros trabajan sobre ellas, pero su espíritu se mantiene ahí, después de muchos años de convivir primero en España y ahora por todo el mundo.
Un claro ejemplo de cómo se construye una identidad, a raíz de una necesidad y de reinventar una industria familiar, que ha dado de comer a muchas personas, a mí entre otras. Siempre que voy a un bar o un restaurante y veo ese paño blanco con el reborde azul, siento una pizca de placer y me transporta a mi juventud ingenua, pero llena de energía. Y me recuerda que ese esfuerzo inicial se mantiene después de más de 30 años.
O Pans & Company, una marca de bocadillos histórica de la que era usuario de joven y admiraba por sus productos y locales y que más tarde llegó a mi vida de manera intensa, en transformación, pero manteniendo siempre su espíritu inicial de vanguardia.
O Malpaso, una pequeña editorial que me dio la oportunidad de reinventarme en territorios ignotos para mí hasta su aparición en mi vida.
O CaixaForum, compañera durante años que se fue, luego volvió y parece que de nuevo encontró otro enamorado, pero que seguiré amando y visitando siempre.
Y muchas otras grandes y pequeñas.
Tiene mucho mérito construir marcas y saber acompañarlas. Y más aún saber amarlas cuando ya se han ido.
Rafael Ferrater – CCO de BeAgency